Hace poco estuve en un museo de historia natural. Es un lugar fascinante. Hay salas dedicadas a diferentes especies de criaturas. En una de ellas había una exposición de mariposas, maravillosamente ordenadas con gracia en vitrinas de cristal, prendidas por el cuerpo con alfileres, etiquetadas con gran minuciosidad y muertas. El museo las clasificó por especies y tamaños, las más grandes en la parte superior y las más pequeñas en la inferior. En otra sala había escarabajos clasificados del mismo modo, por especie y tamaño, y en otra había arañas. Ordenar estos animales por categorías y exhibirlos en vitrinas separadas es una manera de pensar sobre ellos, y es muy instructivo. Pero no es así como están en el mundo. Cuando sales del museo, no ves a las mariposas volando en formación: las más grandes delante y las pequeñas detrás. No ves a las arañas corriendo en columnas disciplinadas, dónde las más pequeñas cubren la retaguardia, en tanto los escarabajos mantienen una respetuosa distancia. En su estado natural, estos animales tropiezan entre sí. Viven en ambientes complicados e interdependientes, y su suerte está relacionada con la del otro.
Pasa exactamente lo mismo con las comunidades humanas, las cuales se enfrentan al mismo tipo de crisis que en la actualidad afrontan los ecosistemas del medio ambiente natural.
Soy un ferviente creyente del individualismo y el crecimiento personal de cada persona. Considero que entender el caos de la educación mundial y la imposibilidad de hacer un estándar para educar a la juventud son piedras en el camino que hay que buscar de superar y hay que conseguir los talentos propios de cada persona y motivarlo a explotarlos al máximo.
Un profesor de filosofía un día me dijo una frase que nunca se me olvidará
El talento cuando no se usa se vuelve tóxico.
Es nuestro deber evitar morir envenenados a toda costa. Hace un par de días en el cumpleaños de una amiga su hermana me comentaba lo mucho que amaba bailar y como deseaba volver a las prácticas lo más pronto posible. A su vez un colega ingeniero me comentaba súper apasionado de como estaba intentando sacar en guitarra una pieza de música italo-rumana. Ambas personas sentían una pasión terrible por dos áreas que desconozco como lo son la música y la danza, y de la misma forma creo que el hecho que yo haya decidido levantarme de mi cama para prender mi computadora, transcribir un texto y redactar este post demuestra mi propia pasión sobre la escritura y la transmisión de ideas en general.
Vivir de lo que uno ama puede ser una gran fortuna, pero el solo hecho de hacer las cosas que uno ama es un verdadero tesoro. Sería genial pensar que viviéramos en un mundo donde esto no fuera una lucha personal sino un objetivo de nuestro sistema educativo. Sin embargo no vivir de nuestro talento no significa el peor de nuestros dilemas.
No puedo ir por la vida motivando a que la gente descubra sus talentos y los explote, pero sí me puedo alegrar cuando consigo gente que lo hace y lo disfruta. Les recomiendo el libro, lo venden en tecniciencias a menos de 50bs, vale mucho más. Pero shhh no le digan a nadie, es secreto.
buenochao!
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