Feb 17, 2010

Almohada

Hey, todo fino? eso espero. Perdí mis cholas así que llevo 24 horas descalzo, no que me importe mucho. Esas cholas tenían 9 años, creo que las voy a extrañar. 


En otro orden de ideas, me propuse ponerme a escribir algo, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, or not. Es un cuento, se llama "almohada".

Les tocaba a Lalo y Cynthia viajar en autobús de vuelta a la capital. El autobús era de esos expresos ejecutivos con asientos grandes y mucho aire acondicionado, nada nuevo para ninguno de los dos.

Lalo y Cynthia no se estaban llevando muy bien y ninguno de los dos parecían querer explicarse mutuamente los motivos.
-Mira, ahí están los asientos. Quieres la ventana? - preguntó Lalo mientras colocaba el equipaje de mano por encima de los asientos.
-Me da igual.
-Sientate en la ventana.

Cynthia pasó por delante de Lalo que le dió paso para que se sentara en la ventana. Ambos se sentaron y el autobús arrancó para iniciar su viaje nocturno de unas 6 a 8 horas.
-Cómo será el gato de un autobús? debe ser una super cruz, o capaz le dicen tigre.
-No lo sé.-Respondió Cynthia mientras hacía fuerza para cerrar la ventana. Lalo se estiró un poco y la ayudo a cerrarla.
-No tienes frío? si la cierras el aire de afuera capaz te da un poco de calor.
-Tranquilo.
-Te pasa algo?
-No, nada.

iban unos 50 minutos de silencio, que únicamente eran interrumpidos por la respiración cortada de Lalo que buscaba de decir algún comentario inteligente para iniciar una conversación, pero era brutalmente cortado al darse cuenta del poco interés del tema en cuestión, cuando Cynthia recibió una llamada a su celular. Los próximos 10 minutos fueron gastados en una conversación que incluyó una variedad de risas y palabras polísilabas, muy diferente de lo vivido hasta el momento y de lo cual Lalo no entendía absolutamente nada.

Unos 45 minutos más fueron gastados por Lalo, pensando en algo inteligente que decir respecto al tema. Pensó que si comenzaba a poner cara seria eventualmente Cynthia le preguntaría algo al respecto, por lo cual pasó unos 35 minutos con mala cara esperando una pregunta que nunca llegó. Al cansarse de fruncir el ceño Lalo pensó en un plan B: ofrecer agua.
-Quieres agua?
-No.
-Tomas poca agua, eso es malo. Uno debería tomar mínimo 6 vasos al día.
-Creo que son 8.
-No, son 6. Pero 8 es lo recomendado, o sea si tomas 6 estás bien, pero si tomás 8 ya es mucho pedir. Además depende del vaso, yo por lo menos tengo que si un termo de transformers.
-Hehehe, entiendo.-Respondió Cynthia mirando hacia la ventana.
-Es increíble el bajo efecto que tengo para generar una conversación contigo.
-Qué quieres que te diga?!
-Nada, estoy infinitamente fastidiado. Al menos pudieras buscar de extender una conversación a algo más de tres frases. Olvídalo, no quiero seguir hablando.
-Me odias?
-No lo sé.

El tiempo transcurrió y unas 2 horas más tarde sólo quedaba Lalo despierto, pensando en lo fácil que se había molestado. Lalo pasó unos buenos minutos tratando de pensar porqué estaba molesto porque no tenía con quien hablar, cuando en realidad estaba molesto porque no podía hablar con Cynthia. Claro, obtenía respuestas educadamente monosílabas muy lejos de las extensas conversaciones que solían tener y eso era descaradamente fulminante. Todo un switch de elocuencia.

El trabajo de la última hora parecía ir viento en popa, Lalo ya estaba a punto de convencerse a sí mismo de que estaba molesto con Cynthia. En un momento volteo a verla y se dió cuenta que estaba cabezeando contra el vidrio. Vaya desperdicio de tiempo el que pasó buscando de molestarse con ella.

Lalo se levantó de su asiento y agarró su almohada del compartimiento superior donde estaba su equipaje de mano. Se volvió a sentar, luego de una pausa de unos 4 segundos tocó con su dedo índice el hombro de Cynthia, ella despertó ligeramente y vió la almohada en la mano extendida de Lalo, agarró la almohada y la puso contra el vidrio sin más que decir. Ahora Lalo no tenía almohada para el viaje y al llegar a su casa tendría una almohada que huele a alguien que no está, cosa de lo que se dió cuenta unos minutos después.

No era el hecho de que había hecho algo de lo que no iba a ganar absolutamente nada, tampoco el hecho que encima de que no iba a ganar nada pues se iba a joder, tampoco el hecho de que ni siquiera le dieron las gracias, el verdadero problema era que todo le resultó natural. En ese punto Lalo entendió que un efecto secundario de querer a alguien es ser naturalmente estúpido.

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