Feb 4, 2014

Chanceo Digital

Un amigo recientemente me dijo que tenía una cita. Le pregunté de dónde coño había sacado una cita espontáneamente. "De Internet," me dijo. Bien, eso resultó sospechoso, pues uno conoce gente en Internet todo el tiempo, pero de una forma u otra se ve venir. Hoy en día compartimos círculos sociales, tenemos amigos en común y la red permit meter las narices en todos lados. Sin embargo mi instinto detectivesco kicked in y le pregunté con más detenimiento.

Me comentó sobre Tinder, un app donde básicamente ves fotos de chicas/chicos y las descartas si no están suficientemente buenas o le das like si te parecen interesante. Vaya mierda.

Yo no sé bien lo que es un cuadro depresivo, pero no creo haber estado los pasados meses en un cuadro de felicidad. Me recomendó que lo considerara como una opción para conocer gente. Yo nunca he tenido problemas para conocer chicas, pero sí puedo decir que no soy la persona con más autoconfianza del planeta o la más atractiva y mi mejor asset es mi capacidad de decir cosas interesanes y honestas por unos 25 minutos. Dicho eso, tengo suficiente orgullo como para que la idea de tener mi foto siendo aventada por una pantalla me parezca indignante, y de la misma forma tengo suficiente empatía humana como para sentirme mal por aventar la foto de una chica que no me parezca lo suficientemente atractiva porque encuentro detestable la resolución de la cámara del teléfono.

Decidí no abrirme la cuenta.

Pasaron los días y ayer estaba esperando mucho más tiempo del necesario para raparme el cabello en una barbería paquistaní. Luego de cuarenta minutos de espera entré en una situación de ladilla y exploración social. Decidí bajarme la puta aplicación. Coloqué mi foto de perfil de FB que uno de mis mejores amigos caracteriza como un bluff y me puse a ver fotos.

Al cabo de 50 fotografías descartadas sin piedad alguna llegué a la foto de una chica que conozco. Es una chica bastante atractiva que cuando la conocí mi primer pensamiento fue esta jeva pudiera dedicarse a la prostitución. La descarté. No voy a decir que tuve una revelación, esta caraja es de esas que lleva su perro en su bolso rosa. Sin embargo, tengo que aclarar que sí tuve un momento de miseria compartida que se sintió bastante bien luego de haber descartado chicas por tener demasiado ruido digital en sus fotos, estaban al lado de un hidrante, usaban bufandas demasiado anchas (Tipo... ¿en serio? Una boa constrictor de algodón, y tal) o tenían errores ortográficos en su biografía.

Luego borré mi cuenta y la aplicación. No tengo ninguna revelación profunda al respecto, solo el lamentable sabor de boca de sentirme como una basura por estar descartando gente por una foto de menos de 500px de resolución. Y el otro sabor de boca peor de saber que posiblemente no estaba equivocado en lanzar esas fotos a la mierda. Y creo que al final me consigo con otro ejemplo típico de la doble moral de nuestra generación: vamos por la vida recitando frases intensas y leyendo a Cortazar pero al final estamos posteando fotos favorecidas en Internet para que alguien decida acostarse con nosotros bajo el menor riesgo posible.

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