Mar 28, 2013

Pulp Fiction Times

El tiempo es irrelevante... hoy.
Viví 25 años en Venezuela, un país que se caracteriza por muchas cosas, pero una de las más importantes es la falta de memoria.

En Venezuela existe un problema social muy grande que es la destrucción de la cultura y un presentismo muy fuerte. Tanto es así que hoy en día hay una campaña política que está basada en un bombardeo constante de fanatismo al lider supremo, Chávez, un muerto que se convierte en un símbolo tal como lo fue Lenin para la URSS. El gobierno entiende y reconoce al venezolano como enfermo de amnesia y sabe que en el momento que dejen de reforzar tan abrumadoramente la imagen de Chávez, Chávez dejará de existir en la mente de los venezolanos tal como ha dejado de existir RCTV, el tiroteo de Plaza Francia, el paro petrolero e incluso el llamado a la abstención que hizo la oposición durante unas elecciones hace años. Tanto es el presentismo del gobierno que ellos definen los términos con los que todos sus fanáticos se refieren a la oposición (fariseos, escuálidos, amargados, etc.). 

Estos fueron eventos que han sido olvidados por los venezolanos, y lo más preocupante es que siguen ocurriendo acontecimientos y no llegamos a conseguir que persistan más allá de unas semanas o incluso días posteriores a unas vacaciones.

Si bien este fenómeno se evidencia en Venezuela, es una epidemia mundial. No, este no es un post de política, es un post que habla de la falta de imaginación del ser humano en nuestra sociedad actual.

Hoy en día el tiempo se ha ido al carajo. Este post posiblemente tenga el 98% de sus visitas en las próximas 2 semanas, y las noticias de hoy serán noticias de ayer en unos minutos. Estamos perdiendo la capacidad de retener el presente y visualizar el futuro.

La visión del futuro de nuestros padres eran naves voladoras, bases lunares y teletransportación. Nuestra visión del futuro es una línea más de aplicaciones en la pantalla del iPhone y unos lentes de sol hechos por Google que salen en 6 meses. Tenemos temor a quedar como nuestros padres, a estar parcialemente equivocados, tenemos temor porque la horizontalidad de Internet no nos permite estar equivocados.

Cada pensamiento, cada palabra, llega con la misma intensidad a los oídos de todos los que nos rodean y somos juzgados una y otra vez. Tenemos miedo a predecir el futuro. Pasamos horas hablando sobre los eventos que ocurrieron ayer pero posiblemente nunca hayas discutido de historia con tus amigos. Y no lo digo desde una vitrina condescendiente como si yo fuera un erudito de la historia. Conversar sobre historia no es muy diferente que conversar sobre marcas de ron o películas de superhéroes, la complejidad de la conversación, así como el entretenimiento que se puede encontrar, depende de su profundidad y tono. Pero no, estamos atrapados en el presente.

Es esta condición social que shows como Lost han sabido explotar, donde abandonamos la linealidad de la historia y nos concentramos en el contenido, la forma y los personajes. Y es por esto que Quentin Tarantino es uno de los referentes culturales más grandes de nuestra sociedad. Su anacronismo y saltos de tiempo en Pulp Fiction y otros trabajos es un espejo de nuestra realidad.

El Harlem Shake fue un fenómeno que generó millones de videos y billones de búsquedas, un mes después ya es algo del pasado. Los primeros memes son considerados irrelevantes y la misma cultura opina que han perdido su gracia a pesar de no tener más de 4 años de antigüedad. Y esto es irónico, pues vivimos en una sociedad que idolatra shows y películas de hace 45 como Monty Python y 2001 de Kubrick, así sus ideas o referencias no se mantengan vigentes. 

Esto desemboca en una sociedad sin imaginación, sin perspectiva de las cosas y fácilmente manipulable, pero altamente impredecible. Pasamos una hora tomándonos fotos en una fiesta para mostrar al mundo que estamos pasándola bien antes de siquiera disfrutar el momento. Incluso yo como autor sufro de esto al postear una idea que está condenada a morir a menos que sea viralmente compartida. Este post está condenado a ser leído en tiempo real o pasar a un archivo prácticamente infinito de ideas. El mismo Twitter no nos deja buscar tweets más allá de unos días por considerar esta búsqueda irrelevante, a pesar de formar parte de un patrón social y un mometno de la historia. Es la muerte de la individualidad y desinterés por el futuro.

No tenemos memoria, tenemos conciencia.

buenochao!

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