Era el año 2000 y el mundo no se había acabado por el Y2K. Un amigo me comentó que había un festival llamado Ozzfest que pintaba bastante bien, luego en las noticias vi un backstage donde hablaban de las bandas que se presentarían. Todo el lineup eran metaleros, pero entre imágenes pasaron el video de Drive. No entendía qué hacía una banda con un DJ y una guitarra acústica en ese tipo de festivales. Sabiendo que las canciones de metal que más me gustaban eran en las que menos se gritaba, decidí ir a comprarme el disco sin siquiera haber escuchado más de 5 segundos de la banda. Dato curioso: primera vez que veía un tatuaje rojo.
Me llegué al difunto Board's en el Sambil. No tenían el disco nuevo, solo el anterior. Lo compré y luego de una semana escuchándolos quería más. No solo hacían buena música sino que era un buen tema de conversación para hablar con chicas. Incluso una vez estampé las líricas de Wish You Were Here en una camiseta; no funcionó.
Los vería en vivo 2 veces, la misma compañia. En esa época pensaba que si nos gustaban las mismas bandas teníamos que estar enamorados uno del otro. No es así.
Casi aprendo a tocar guitarra solo para tocar Drive pero nunca fui tan poser. Luego dejaron de gustarme. Yo crecí y ellos se convirtieron en U2. Así es la vida, la gente cambia y las bandas no cambian con uno.
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