Jan 10, 2013

Zero Dark Thirty (análisis)

Zero Dark Thirty hace algo deplorable, hablar de la tortura como un medio legítimo para conseguir información veraz es ficción, es irreal, no es digno de ser usado en una película que busca de retratar eventos reales sobre los cuales no tiene ningún tipo de información confirmada.


Durante la guerra de Irak miles de personas fueron arrestadas como presuntos terroristas y llevados a prisiones y vejados como si fueran culpables de sus crímenes sin previo juicio. Es bien sabido que la administración de Obama ha desvelado que ninguna información relevante se ha extraído de estos procesos, solo vergüenza para el pueblo americano y su ejército.

En Zero Dark Thirty hay una secuencia en la cual mediante la técnica de waterboarding interrogan a un sospechoso. Si bien la película no muestra que los interrogatorios violentos y torturan hayan llevado a la captura de algún terrorista, hace algo igual de terrible: no los condena y establece la prohibición de estos métodos como un obstáculo claro para entablar una persecusión seria a un grupo terrorista. Sí, luego muestran que la información es mejor conseguirla comprándole un Lamborghini a algún informante árabe, pero esta película juega con más grises de los que debería.

Zero Dark Thirty es más un reportaje cinematográfico que juega con estereotipos, conocimiento general y con una secuencia final de asesinato que se extiende mucho más allá de la cuenta y sobre la cual entramos en demasiado detalle por el puro morbo de los productores. Es poco ético y muy pobre la forma en la que la historia se aleja de su protagonista para fotografiar una simple operación que carece de cualquier tensión dramática y queda más como una dramatización de 30 millones de dólares de lo ocurrido en la casa de Osama en Pakistán. Hubiera agradecido un montaje en paralelo de la operación y la perspectiva de Maya, la prota.

Luego cerramos con un epílogo de unos 10 minutos que nos recuerda que hay un personaje sobre el cual de verdad trata de girar entorno la historia. Gran epílogo, vale destacar, uno de los mejores y con mayor intencionalidad que he visto en un buen tiempo para cerrar una película. Agradezco muchísimo ese detalle y le da un buen toque al film.

También se ve muy pintada la mano de la directora, que se esfuerza lo más posible de crear una protagonista muy femenina lo suficientemente fuerte como para sobrevivir en este universo bélico lleno de espionaje, pero lo hace bien. Jessica Chastain consigue interpretar a una operativa de la CIA que evoca autoridad y a su vez cotidianidad urbana americana. Es distinto ver a un personaje de esta textura en una película de guerra, una mujer que llena la pantalla con respeto sin tener ningún toque de masculinidad. Hay cosas que hace muy bien ZDT.

Creo que es, igual que The Hurt Locker, una película que trata de esquivar polémicas, se escapa de criticar y en este caso en particular está por el morbo y el entretenimiento de saber qué pasó con Bin Laden. El problema es que películas que tratan temas de actualidad y con tan buen timing y proyección como ZDT pierden la oportunidad de ser críticas y aprovechar de motivar a un cambio. La falta de discurso y su enfoque documentalista creo nos ubican muy bien dentro de la historia, pero ZDT no trasciende más allá de su actualidad.

Lo más impresionante de todo esto es recordar que Kathryn Bigelow es la directora de Point Break.

buenochao!

1 comment:

bigzaqui said...

tendre que verla, te recomiendo la peli unthinkable de samuel l jackson, muy buena donde se toca este tema tan polemico